Se conoce al prototipo como un primer modelo de un producto o servicio que se busca testear o lanzar al mercado como algo totalmente novedoso o también porque se trata una versión mejorada de lo que ya existía.
Esta simulación o representación tiene como fin la verificación del diseño, para comprobar si cumple con todas las características específicas que necesitará su futuro usuario, así como la confirmación de su funcionalidad.
En la actualidad se conocen diferentes maneras de realizar el prototipo de un producto. Sin embargo, lo más habitual es recurrir a:
En cualquiera de los casos, no es necesario que el prototipo cuente con las características exactas (aunque no se deben descuidar los detalles significativos) ni cumpla con la totalidad de sus funciones, ya que estas se irán incorporando a medida que se avance en el proceso y se realicen las pruebas de desarrollo más importantes.
El principal objetivo a la hora de desarrollar un prototipo es comprobar la viabilidad de un proyecto antes de invertir el dinero, esfuerzo y tiempo que demanda su realización. Sin embargo, no es para lo único que sirve. Entre la información que nos da esta herramienta también están las de:
Antes de comenzar, lo primero que debemos hacer es conocer qué dificultad o necesidad quiere cubrir nuestro potencial cliente, ya que esta será la que intentaremos resolver con nuestro producto o servicio.
Este es el paso en el que se debe pensar en qué solución se puede aportar a dicho inconveniente.
Se debe elegir la técnica de prototipo que vamos a desarrollar, sumado a las herramientas y los materiales que nos demandará esta fase del proceso.
Una vez se haya finalizado el prototipo es el momento de experimentar con él, además de analizarlo y extraer las primeras conclusiones. De esta forma, sabremos si la idea que nos surgió inicialmente es útil o si, por el contrario, debemos replantearla.
Cuando ya sabemos lo que funciona y lo que no, es tiempo de utilizar esa información para perfeccionar nuestro producto o servicio para acercarnos a alcanzar su mejor versión posteriormente.
Solo de esta manera acertarás y tendrás seguridad de que tu producto o servicio se adecúa a sus necesidades. Este punto es fundamental para que tu trabajo y el del resto del equipo no sea una pérdida de tiempo.
Define y concreta la idea principal sobre la que se cimentará el proyecto y que, al mismo tiempo, actuará como guía de cara al diseño del producto o servicio.
Recopila todas aquellas características con las que quieres que cuente tu proyecto y clasifícalas en función de si realmente son necesarias, son medianamente necesarias o innecesarias. De esta forma, establecerás cuáles son realmente imprescindibles en el adecuado funcionamiento del producto.
Puedes optar por presentar una solicitud de patente para tu proyecto para evitar posibles copias, falsificaciones o filtraciones de tu prototipo. La Superintendencia de Industria y Comercio es la entidad encargada de aprobar tu patente, aunque otra posibilidad es hacer que tu equipo de desarrollo firme un acuerdo de confidencialidad.
Podrás hacerte una idea aproximada de lo que costará producir tu producto o servicio a partir del diseño y creación del prototipo. Entre los factores que influyen en este aspecto están los de las técnicas de fabricación, materiales, personal, contratiempos, etc.
Es fundamental que busques un equilibrio entre los gastos de producción y el precio que tu target está dispuesto a pagar para la compra o contratación. Corres el riesgo de que tu proyecto fracase si este último es muy elevado.
Analiza detalladamente lo que hacen tus competidores -en cuanto a diseño, materiales, funcionalidad...-, y trata de averiguar sus fortalezas, así como sus puntos de oportunidad de mejora respecto a tu producto o servicio. Esto te facilitará la tarea de obtener ideas inspiradoras y útiles que, posteriormente, podrás aplicar en el desarrollo de tu proyecto final.
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