El concepto de la salud integral trasciende a la tradicional concepción de la medicina, que define a la salud simplemente como la ausencia de enfermedad, y está vinculado a la definición de salud establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta última aborda una perspectiva más holística y comprende a la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social”. Según los profesionales del campo sanitario, la salud integral requiere un enfoque multidisciplinar que aborde sus tres componentes fundamentales: salud física, salud mental y salud social.
Este concepto se estudia en las maestrías en salud que ofrece la Universidad Europea en Colombia, incluida la Maestría en Salud Pública, posgrados con la ventaja de ser totalmente virtuales, con la calidad de la educación europea.
Sin embargo, no son solamente los profesionales de la salud quienes pueden contribuir a la salud integral, en tanto que, personas individuales e instituciones en general, tienen un papel crucial en la promover y mantener la salud integral en la sociedad.
Este artículo aborda una explicación sobre los tres factores determinantes de la salud integral, al tiempo que explora qué se puede hacer para mejorarla.
Como lo planteamos en la introducción, existen tres factores que determinan si una persona goza de salud integral:
Esta implica el funcionamiento correcto del organismo y la ausencia de enfermedades. Se trata de un aspecto que se asemeja más al concepto tradicional de salud en la medicina.
Esta se refiere a un estado de bienestar que se caracteriza por la ausencia de trastornos mentales. Es una salud que posibilita que las personas desarrollen su vida diaria, afronten situaciones de estrés y puedan hasta contribuir a su comunidad. Hoy por hoy, constituye uno de los principales retos de la salud pública, según lo exponen los expertos.
Hace referencia a los factores socioeconómicos que pueden causar afectaciones a la salud de las personas. Entre ellos, se incluyen aspectos como el financiero, la educación y la seguridad alimentaria, además del empoderamiento de las comunidades.
Pese a que no siempre tenemos control sobre las enfermedades o los sucesos que afectan a nuestra salud mental, teniendo en cuenta que muchos de ellos competen a nuestro entorno socioeconómico, sí hay un campo de acción personal en el que podemos desarrollar hábitos saludables que favorezcan el cuidado de los aspectos físicos y mentales de la salud integral.
En el día a día, podemos prestar atención a cuatro aspectos clave que influyen en nuestro estado físico:
A pesar de que son varios los aspectos que pueden afectar a nuestra salud mental, los que a continuación describimos son básicos para cuidar este componente de nuestra salud integral.
Factores socioeconómicos como la pobreza, la exclusión, los conflictos estructurales, entre otros, tienen un impacto innegable en la salud de las personas. Estos aspectos muchas veces escapan del control individual y deben abordarse desde un enfoque institucional y multidisciplinar de promoción de la salud. Las siguientes son algunas de las áreas de intervención que podrían contribuir a mejorar la salud social de las comunidades.
Concluyendo, el concepto de salud integral ofrece una perspectiva holística y compleja del bienestar humano que incluye componentes físicos, mentales y sociales, con la posibilidad de ser abordados desde varios ángulos. De un lado, las personas pueden formar hábitos saludables para proteger su salud mental y física. Por el otro, las instituciones y los servicios sociales y sanitarios pueden contribuir a crear las condiciones que hacen falta para favorecer la salud social. El equilibrio entre estos tres elementos no solo mejora la calidad de vida de las personas, sino que también contribuye a prevenir enfermedades, generar resiliencia y garantizar el bienestar global de la población.
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