La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo. Pese a que muchas personas desconocen que es un órgano, la piel protege nuestro organismo actuando como una barrera ante agentes externos como los hongos, las bacterias o las sustancias químicas. Por ejemplo, las células cutáneas son protegidas de la acción de los rayos ultravioleta gracias a la melanina que tiene la piel. Este órgano también es esencial en la regulación de la temperatura corporal, contribuyendo a conservar o disipar el calor.
Aunque la mayoría de las lesiones en la piel no son graves, en algunos casos pueden llegar a ser no solo dolorosas, sino también severas, representando un riesgo para la vida. El sistema de salud ha fomentado la creación de unidades especializadas en el cuidado de la piel, en tanto que el tratamiento de las heridas crónicas suele ser algo complejo. Por este motivo, el perfil de los profesionales expertos en esta área es esencial en la actualidad.
Las lesiones cutáneas son anomalías que se producen en la piel, de manera que la piel afectada difiere de la circundante. Una lesión se entiende como un daño que sufre el cuerpo debido a causas externas o procesos patológicos.
En el caso de la piel, puede tratarse de una excoriación, es decir, irritación leve que sana de manera natural en pocos días, o bien de una herida profunda que requiere cuidados médicos especializados. De hecho, existen desde pequeñas lesiones en la piel por alergias o estrés, hasta lesiones cancerígenas que podrían ser potencialmente mortales.
Para la clasificación de las lesiones en la piel se deben tener en cuenta diferentes parámetros, entre los que están su color, textura, distribución o tipo de lesión. Es así que podemos hablar de lesiones primarias y secundarias.
Las lesiones primarias son las que se forman sobre la piel sana. Estas pueden dividirse en lesiones de contenido sólido o líquido. Entre las lesiones primarias de contenido sólido están las máculas, placas, pápulas, nódulos, ronchas y tumores. De otro lado, en las lesiones primarias de contenido líquido están las vesículas, pústulas, quistes y ampollas, que pueden ser de carácter seroso o hemático.
Las lesiones secundarias se forman a partir de una previa alteración, de tal forma que aparecen sobre una lesión primaria. Este es el caso de las costras, que se generan por la desecación de una sustancia que bien puede ser suero, restos celulares, sangre o exudado. Al ser un defecto de la piel, las úlceras también se clasifican como lesiones secundarias.
Las escamas, que se deben a una alteración en la queratinización -un proceso en el que coexisten dos flujos celulares-, y las escaras, entendidas como tejido necrótico que el cuerpo intenta eliminar, también son consideradas lesiones secundarias. Otro tipo de lesión secundaria en la que la piel se vuelve más lisa, fina y brillante transparentando la vascularización subyacente es la atrofia. En caso de que llegue a afectar las fibras elásticas, se manifiestan las conocidas estrías.
Al profesional que diagnostica y trata las lesiones en la piel se le conoce como dermatólogo. Llegar a este punto requiere que se curse el Pregrado en Medicina, para especializarse posteriormente en el campo de la Dermatología.
Dentro de la Dermatología hay distintas áreas, entre las que destacan la Dermatología Clínica, enfocada en las patologías cutáneas; la Dermatología Quirúrgica, que se encarga de la extirpación de quistes, fibromas o tumores; y la Dermatología Cosmética, cuyo objeto es el de la prevención y eliminación de manchas, cicatrices y arrugas propias de la edad.
Si estás buscando especializarte en esta área, puedes formarte con alguna de nuestras maestrías en salud dirigidas a los profesionales de la salud, sanitarios enfermeros, médicos o especializados en cualquier ámbito de la atención sanitaria o sociosanitaria. Al hacerlo, podrás trabajar como experto en hospitales, residencias, centros de salud de atención primaria o residencias sociosanitarias, tanto en el ámbito público como en el privado.